.: I :.
Más allá de la Vía Láctea, a
millones de años luz, existen planetas y mundos diferentes al nuestro.
Viven vidas diferentes, y
ciertamente son diferentes. Pero aunque no los veamos, aunque no sepamos
exactamente cuál es esa diferencia, viven y existen, y en realidad no son tan
diferentes.
Esta es la historia de dos seres
de otro mundo, uno distante y enigmático, un mundo más allá de las estrellas
que vemos por la noche...
.: II :.
La
llamaban la Niña Invisible, y en algo habían de tener razón.
Su
apodo no radicaba sólo en el hecho de su capacidad para mimetizarse hasta
desvanecer, o de literalmente comprimirse hasta volverse éter, sino que el
apodo de debía más al simple hecho de que nadie nunca la notara, usara sus
poderes o no.
La
verdad es que ella prefería estar así, sin ser notada. El planeta Irv ya era
demasiado pequeño como para darse el lujo de llamar la atención.
El
cuadrante era vastísimo. Llegaba más lejos de lo que un telescopio galáctico
podía hacerlo. Contenía treinta y siete soles y algo así como once mil planetas
de diferentes tamaños.
Y
aunque esto suene abrumador, la verdad es que el cuadrante número cuatro mil
billones nueve era, en sí, un cuadrante de tamaño normal en el cual los
planetas fungían más como ciudades que como un mundo independiente de los
demás.
Así
pues, Irv era uno de once mil planetas del cuadrante cuatro mil billones nueve.
Irv
era un planeta sumamente pequeño en el cual nunca sucedía nada interesante. La
gente se conocía de toda la vida y las relaciones amorosas solían ser incluso
entre miembros de la propia familia, así que era difícil no resultar estar
emparentado con la mitad del planeta. Los días apenas duraban cinco ciclos, lo
cual era más o menos siete horas, cuarenta y nueve minutos y dieciséis
segundos.
Pero
era innecesario llevar la cuenta del tiempo, pues nada relevante sucedía.
Para
Nevhyn era difícil ser especial. No cualquiera poseía un poder como ella en
todo el cuadrante, y ella era la única en todo Irv en poseer un don de tal
magnitud.
Así
pues, era conocida por todo el planeta, pero quizás no en muy buen sentido. La
gente se le quedaba viendo al pasar, claro, si es que ésta dejaba verse.
Ella
era bastante callada e introvertida; si tú la mirabas y no sabías de sus poderes,
ella te resultaría normal, inclusive aburrida. Pero la verdad es que ella no
era tímida, sino que decidía no hablar porque sabía que las ideas de los demás
eran demasiado cuadradas, que su opinión causaría controversia, que si se
dejaba ver tal cual era, los demás tendrían miedo. La verdad es que ella vivía
oprimida.
Pero
eso iba a cambiar.
.: III :.
Era
de noche, lo cual significaba que tenía pocas horas para huir lo más lejos
posible. Su conciencia estaba limpia, tenía que salir de ahí.
Sólo
había una persona a la que extrañaría, y era el único pensamiento que ocupaba
su mente en ese momento. ¿Qué sucedería con Khäleb?
Él
era su mejor amigo, el único que tenía, y no le había dicho nada de sus planes
de huir. Sabía que si le decía algo, la persuadiría de lo contrario. No podía
debatir con él, pues con tan sólo iniciar un argumento, él hallaba la forma de
salirse con la suya. A veces sólo bastaba que sonriera para que ella olvidara
que estaba enojada con él.
No
se arrepentía de su decisión, pero le dolía irse sin despedirse de Khäleb.
Miró
las tres lunas sobre ella, como si esperara que sus disculpas las pudiera
escuchar él. Estaba a punto de subir a la nave cuando unas manos le cubrieron
los ojos.
-
Así que planeabas irte sin decirme
adiós.- le susurró Khäleb al oído.
-
¿C-c-cómo es que…? ¿Cómo supiste?
-
Sé más cosas de ti que tú.- dijo
riendo.
Él apartó sus manos y la giró hacia sí, tomó su
mentón con una mano y dirigió su mirada a sus ojos, luego tomó su cintura y la
apretó contra él. Ella seguía intentando bajar el rostro para que no la viera,
pero él la sujetaba firmemente. Intentó pensar en una excusa, pero nada venía a
su mente, así que intentó pedir disculpas, pero estaba demasiado conmocionada
como para hacer que tuvieran sentido.
-
Khäl, lo siento. Yo… yo pensaba
que tú… y… y no podía hacerte eso porque… porque… Lo siento.
-
No pidas perdón, sé por qué lo
hiciste. Sólo esperaba que supieras más acerca de mí como para no pensar en que
intentaría detenerte. –lo había herido, y ella lo sabía. –Mira, sé que no eres
feliz aquí… Sé que eres… diferente. Sé que sientes que no encajas en este
lugar. Pero tan sólo si… Si tú… Si nosotros…
-
Khäl, sólo dilo, no tengo mucho
tiempo.
-
Me gustaría poder hacer que te
quedaras. No sabes lo que daría por ser suficiente para ti. Pero sé que necesitas
algo más, así que no te detendré porque sé que necesitas huir, necesitas hallar
un lugar en el que puedas ser tú misma. Quiero que encuentres un sitio donde
todos sean capaces de ver a la Nevhyn de la que me enamoré.
-
Espera… ¿qué?
Pero era demasiado tarde para pedir una explicación,
él lo había dicho por fin, aunque ya no sirviera para nada. Ella tendría que
irse sin esa respuesta, tendría que marcharse con tan sólo el tacto de sus
labios y el eco de un beso tembloroso, un beso que sabía a despedida y
nostalgia.
Un
haz de luz blanca recorrió el cielo en dirección a los rayos purpúreos de las
tres lunas, mientras Khäleb observaba como su única fuente de felicidad se
alejaba indefinidamente…
.: IV :.
El
planeta de Irv había quedado muy atrás, y Nevhyn calculaba que dentro de dos
ciclos máximo dejaría atrás el cuadrante entero.
Seguía
dándole vueltas al beso con Khäleb. ¿Cuánto tiempo llevaría enamorado de ella?
Se conocían desde que habían nacido, y ella nunca lo había visto de esa forma,
aunque siempre sintió algo más por él que una simple amistad. Tal vez fue que
nunca pensó que él de verdad pudiera corresponderle.
Nevhyn
tenía ahora una necesidad de volver y aclarar las cosas, pero sabía que era
imposible, ya no había vuelta atrás.
Dos
planetas más y llegaría al agujero negro que la haría salir de ahí.
Estaba
a punto de encender el turbo de la nave cuando algo chocó contra ella. La
electricidad comenzó a fallar y sintió como los propulsores se apagaban. Iba en
picada contra el planeta Drullen.
.: V :.
-
No, Chunk, te digo que vi a
alguien caer de la nave.
-
Pero hemos registrado el planeta
entero y no hemos visto nada, tenemos que irnos.
-
Una Space-traveller DZX.9321.v6 no
puede ser piloteada así como así, alguien iba dentro. Además, la nave ha
quedado prácticamente intacta, alguien debió de controlarla antes de caer.
-
¿Y si entramos en la nave?
-
No, es demasiado peligroso.
Siguieron caminando por el terreno arenoso, aunque
era un poco difícil pues la gravedad no era la suficiente para sus cuerpos y
salían flotando con cada paso que daban. Fue entonces cuando Chunk dijo:
-
¿Y sí salió volando?
-
¿Qué? ¿De qué hablas Chunk?
-
Piénsalo, si nosotros salimos
flotando debido a la falta de gravedad, aun con dispositivos que nos agregan un
poco más de peso, quienquiera que estuviera dentro, podría haber salido
flotando.
Entonces ambos encendieron sus propulsores y
comenzaron a buscar al misterioso pasajero de la nave hasta que dieron con él.
O mejor dicho, ella.
.: VI :.
Alguien
murmuraba a su alrededor. Se oían dos voces que hablaban de ella. Con lentitud,
abrió los ojos.
-
Mira, Chunk, ha despertado.
-
¿Quiénes son ustedes? –preguntó
desconcertada.
-
Wow, sus ojos son como los tuyos,
Rex. –dijo Chunk observándola con atención.
-
¿Quiénes son ustedes? –reiteró ella.
-
Disculpa a mi amigo, yo soy
Guillermo y él es Chunk, mi robot. Veníamos en aprietos, así que no nos hemos
dado cuenta cuando hemos chocado contigo.
-
Al menos perdimos de vista a esos
despreciables snordiganx. –dijo Chunk con apatía.
-
¿En serio él es un robot? No lo
parece…
-
Sí bueno, la tecnología es muy
avanzada estos días. –contestó riendo el chico. –Pero te puedo asegurar que
Chunk es un robot, y si aun tienes dudas puedo mostrártelo.
-
No, te creo. –no sabía qué más
decir, así que preguntó –¿Qué es un snordiganx?
-
Son patrulleros de los cuadrantes.
Suelen ser muy corruptos, y simplemente digamos que no suelo congeniar con
ellos.
-
¿Así que en apuros, huh?
-
Algunos. –volteó al suelo,
avergonzado, pero luego levantó el rostro y contraatacó. –¿Y tú? No conozco forma
de vida que maneje a tal velocidad y no tenga aunque sea dos cadáveres frescos
tras de sí, jaja.
-
Yo… –ella no sabía qué contestar –No
maté a nadie, si a eso te refieres.
-
Vamos, que una niña como tú…
-
No soy una niña. –interrumpió ella.
-
Bueno, una mujer como tú.
-
Tampoco soy una mujer. No aun.
-
¿Entonces qué eres?
-
No lo sé.